viernes, 8 de enero de 2010

LOS FEOS

La semana pasada vi algo muy poco usual en la calle: una persona recogiendo las heces que su perro había hecho en la vía pública. El hecho en sí es --triste, fatídicay cruelmente-- raro en esta ciudad en la que muy pocos hacen lo que deben como ciudadanos; pero lo que más llamó mi atención fue que el perro era un lazarillo y su dueño era, por supuesto, un ciego (invidente, para conservar la corrección política).
Debo decir que es muy loable su acción, sin dejar de recordar que, a final de cuentas es obligación de todos hacer lo que él hizo. A qué grado hemos llegado que resulta raro que se cumpla con el mínimo quehacer ciudadano.
Sin que haya un nexo lógico que lo justifique, me acordé de la relación causa-efecto, específicamente de la inteligencia exagerada de Stephen Hawking y sus logros en el campo científico y sus teorías deslumbrantes. Me refiero a que es muy común que digan: "mira, postrado en una silla de ruedas, sin poder moverse y tan inteligente y dedicado que es"... sin detenerse a pensar que más bien por estar postrado es tan brillante; es decir, alguien en su condición no tiene muchas opciones más allá de la lectura, teniendo en cuenta que ya era un científico antes de que su enfermedad fuese más agresiva. Yo también tengo teorías: Si Stephen no hubiese sido atacado por tan terrible enfermedad degenerativa, no tendría el mundo sus aportaciones científicas tan deslumbrantes; tal vez sería sólo un buen científico pero nada más, un científico que nadaría y escalaría montañas y correría por las mañanas y pasearía por las tardes sin nubes negras.
Es como los feos muy feos: nos gusta leer y escribir porque espantamos al mundo. Los guapos viven; los feos les mejoramos el entorno. Je.