martes, 4 de febrero de 2025

 

BASURERO

 


Así como hay películas o programas televisivos que, al iniciar, proyectan una leyenda alertando a quien sea muy sensible que mejor se abstenga de presenciar el contenido que se trasmitirá, así debería de haber un letrero que indique que para entrar al basurero se requiere estómago fuerte, nariz casi insensible, reflejo de la náusea nulo y capacidad exacerbada de evadirse de la realidad. Porque los olores no son lo único malo en este lugar; aquí se ofenden los cinco sentidos: el olor a basura añeja y novísima; a sangre podrida y coagulada; a caca de todas las edades, clases sociales, enfermedades y texturas; a cadáveres de perros, gatos y otras mascotas que no alcanzaron a ser cremadas ni enterradas.

La vista se sorprende de que no se requiere del olor para despertar la náusea más profunda viendo algodones sanguinolentos y costrosos y purulentos; restos de algún animal indefinido que podría ser un unicornio o algo similar; desechos biológicos indistinguibles que nos hacen dudar de que haya realmente diferencias entre vertebrados, invertebrados, plantas, frutas: en la putrefacción se ven similares; carne de hermosos tonos verdes jade, huesos adornados con gusanos bailadores.

El tacto quisiera no existir porque todo ahí es sospechoso: lo que no se siente aguado se siente mojado o rasposo o combinado. Pareciera que la basura adquiriera voluntad y se metiera en las perneras de los pantalones y lame las piernas, o son sólo las cucarachas que, pese a su fama, aquí son lo menos asqueroso, quizá por ser lo más familiar. Aquí se toca con las manos y se convulsiona todo el cuerpo.

El oído se ve vulnerado por los cientos de nubes de moscas y los chillidos de los perros que se pelan por un trozo de algo —nunca se sabe qué puede ser— y por el infinito crujir que producen los millones de gusanos blancos que reptan por todas partes, lamiendo todo para apartarlo.

Lo peor de todo es que hay desperdicios tan añejos que se fosilizan, se degradan, se polvorizan y vuelan directo a las papilas gustativas: en este lugar se come mierda.

Es tan grande el terreno que es el hogar de personas que tienen su justificación para habitar aquí. Si tuvieran oportunidad, seguro que estarían en otra parte.

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